La museografía que realizamos para esta bienal se suspende del techo y aprovecha el sistema estructural original de la cubierta como un recurso flexible, que nos dio la posibilidad de pensar en una museografía diferente y más ligera. Diseñamos y construimos una familia de componentes colgantes que definían los espacios y complementaban los proyectos, respondían a funciones museográficas y a necesidades específicas de cada pieza, como: paneles gráficos con indicaciones; tubos de PVC para resolver arquitecturas en conflicto, repisas corridas para colocar revistas auto-editadas, hasta mangueras colgadas para sistemas de irrigación e imágenes de archivos que “flotan en el aire”. Todas esas piezas y partes componen la experiencia expositiva.
Al suspender los elementos museográficos evitamos la convención de trabajar a nivel del piso y eludimos soluciones y materiales pre-definidos por la lucha perdida contra la gravedad y el MDF[1]. Esta estrategia de aprovechar el techo de distintas maneras sirvió para negociar la escala de los proyectos con la altura y escala de la sala. De este modo, se habitó ese espacio de forma adecuada e integral con un presupuesto limitado.
En esta ocasión la economía del espacio no era un problema, se podía y debía pensar en grande, para este caso particular. A los colectivos de artistas participantes les recomendamos que pensaran en instalaciones de mayor escala, ya que este espacio lo permitía, de lo contrario, esa escala “nos comería”; esto le sucede, en mi opinión, a muchas exposiciones que se han presentado en esa sala.
Mundos posibles
Algunos proyectos fueron de naturaleza más participativa, algunos necesitaron apoyo constructivo, otros no; algunos requirieron estructuras geométricas y definidas, otros, soluciones vaporosas y aéreas. Nuestro ejercicio museográfico fue potencializar las particularidades y diferencias para lograr un conjunto expositivo rico y diverso. Un espacio fértil de donde emergieron construcciones, relaciones y momentos inesperados. Me gusta sentir que esta bienal fue una exposición compuesta de muchos sistemas de pensamiento, micro-mundos y formas de investigación y colaboración que habitaron a su manera la sala del MUCA.
Un dinosaurio que respira
La exposición también necesitaba de un espacio donde los visitantes pudieran pasar un tiempo en la sala: una invitación a sentarse o simplemente estar. Para este fin construimos un mueble que se cuelga del techo con cuerdas amarillas de alpinista. Elaborado con tablones estándar de madera que interconectados funcionan como asientos y bancas corridas, formando pequeños lugares de estar y micro-patios. Este columpio colectivo encarnó todo el potencial estructural, espacial y conceptual de la sala y de la bienal Pedir lo imposible: Balanceando suavemente a grupos de veinte o veinticinco personas de un lado al otro, una y otra vez, durante todo el día. El columpio generaba un movimiento colectivo que dependía de la inercia del conjunto y que se modulaba con las cuarenta piernas que lo impulsaban y/o lo detenían. Por su ritmo pausado y constante, tipo respiración de dinosaurio, este sencillo aparato relaja, te duerme. Como canto de sirena atraía a los estudiantes y se volvió rápidamente en un lugar popular y muy frecuentado, donde podías estar el tiempo que quisieras flotando con o sin los pies en la tierra.
[1] Medium Density Fiberboard o MDF (por sus siglas en inglés) es un fibropanel de densidad media hecho a base de partículas de madera (aserrín) reconstituido en planchas estandarizadas de 2.40 x 1.20 mts. Por su producción industrial masiva, su estructura uniforme y su facilidad para ser trabajada, es el material más usado en la construcción de elementos museográficos para exposiciones.